El rápido desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, y la innovación en lo digital representan una Revolución reconocida como tal. Cambia la manera en que las personas pensamos, actuamos y nos comunicamos. Se consolidan nuevos modos de crear conocimientos, de educar y de transmitir información. Se reestructura la forma de hacer negocios, de gobernar y de hacer política. Y surgen nuevos tipos de entretenimiento y ocio.
Claude Shannon, matemático de Bell Labs, estableció los cimientos de la digitalización en su artículo A Mathematical Theory of Communication en 1948. Comenzaba la era Digital. En los años 70, la proliferación de los ordenadores personales y la posterior aparición de Internet y los móviles aceleraron la llamada Revolución Digital. Hoy, el hogar, la empresa, la agricultura, la ganadería, todo está bajo el tsunami de la digitalización y el aluvión de posibilidades que ofrece.
En 2016 Europa dispondrá de un Mercado Común Digital según ha explicado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker. Las fronteras digitales europeas se cruzarán con la misma facilidad con la que lo hacemos en offline. Recientemente, en Santander, en los Encuentros de Telecomunicaciones y Economía Digital, JM Alvarez-Pallete, CEO de Telefónica, destacaba la importancia de generar la llamada “confianza digital”, -garantizar una experiencia segura y confiable en Internet-, como un requisito fundamental para el desarrollo de la economía digital y la creación del Mercado Único Digital Europeo, amparándose también en la difusa frontera que separa la economía real de la digital.
Lo digital derriba bloqueos geográficos para el libre mercado y el comercio electrónico, reclamando, eso sí, una regulación única para los servicios de telecomunicaciones, de protección de datos, y para lo relativo al copyright. Normas que garantizarán la igualdad de condiciones a todos los agentes del mercado. Así como normas que propicien la interoperabilidad en la sanidad en línea, en la planificación del transporte, de la energía, o una administración electrónica que conecte Europa reduciendo gestiones.
A nivel empresarial, la digitalización reduce los costes de back office; Optimiza mensajes según canales; Propicia espacios de interacción síncronos, inmediatos y personalizados con el cliente; O mejora la experiencia de usuario añadiendo elementos diferenciales de valor. Los usuarios somos también consumidores y productores, y el trabajo colaborativo se impone.
Como vemos, la revolución digital está en marcha y las organizaciones tenemos que promocionar competencias y habilidades digitales en nuestros departamentos, para profundizar conjuntamente con la mejora de la gestión de la información, en las oportunidades que se nos ofrecen.
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