A la salida de una conferencia de Ferran Adrià sobre los procesos de innovación, pregunté a algunos de los presentes sobre cuál creían que era la variable que diferenciaba a Ferran Adriá, – ¿qué pensaban que era lo que le había permitido ser el número uno durante cinco años consecutivos? -, en definitiva, – ¿qué creían que lo diferenciaba de aquellos chefs que ocupaban el segundo, el tercero y el cuarto puesto del ranking?-. – Que trabaja más, que era más creativo, su pasión o el genio que sacaba en cada plato -, fueron algunas de las respuestas que escuché.
Les respondí que en todo lo que decían llevaban razón, pero que posiblemente en mayor o menor medida estos atributos también los atesoraban el segundo, el tercero y el cuarto. La variable que más diferenciaba a Ferran Adrià era el tiempo para pensar. Los restaurantes premiados con la segunda, tercera y cuarta posición abren casi todos los días del año sirviendo tanto comidas como cenas, mientras que El Bulli sólo abría de abril a octubre y únicamente para el servicio de cena. El resto del año no cesaba la actividad, estaban pensando y experimentando nuevos recursos culinarios que incorporar a la carta de la nueva temporada. Ferran cuenta con un grupo de colaboradores con los que se reúne en una especie de laboratorio, es su departamento de I+D, y se dedican a estudiar nuevas fórmulas, nuevas recetas. En este equipo se concentran cocineros, pero también participan físicos y químicos.
Desafortunadamente, los ejecutivos de una empresa lo tenemos peor. No me imagino pidiéndole a mi jefe que me de seis meses para pensar, a riesgo de que me despidan. Por otra parte, el día a día nos impide elevarnos y pensar más allá de los paradigmas que hacen que las cosas funcionen en el presente.
Si queremos añadir un valor diferencial a cualquier proyecto, tenemos que encontrar el tiempo para pensar. Personalmente recurro a los periodos vacacionales, a los fines de semana, a viajes, a noches sin dormir. Espacios para pensar por encima de los problemas diarios, y reconozco que me han ido muy bien. Además, como me apasiona, no considero que me robe horas sino todo lo contrario, me suma tiempo. La curiosidad por aprender de otros negocios, de líderes, de innovadores, siempre me ha interesado.
Ferran Adriá introdujo algunas de sus innovaciones al fijarse en los usos que se le daba, por ejemplo, al algodón de azúcar en las ferias o a los usos del hidrógeno en el área médica, para luego trasladarlos a la alta cocina.
Se abre ahora un buen tiempo para la reflexión.
¡Buenas y productivas vacaciones!
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.